En Barranquilla, 498 antenas de telefonía móvil esperan el permiso
Secretaría de Planeación del Distrito analiza solicitudes de diferentes empresas.
Por: Redacción EL TIEMPO
9:28 p.m. | 16 de marzo de 2015
La Secretaría de Planeación del Distrito analiza s las solicitudes de diferentes empresas que piden permiso para la instalación de 498 antenas transmisoras en diferentes puntos de la ciudad.
La solicitud tiene en jaque al Distrito que estudia el caso como quiera que el Plan de Ordenamiento Territorial del 2014 ordene retirar de las terrazas de edificios y áreas residenciales toda infraestructura con antenas de telecomunicaciones.
Lo anterior, asegura Nancy Patricia Gutiérrez, presidenta de la Asociación de la Industria Móvil de Colombia (Asomóvil), que agremia a las empresas de telefonía celular Tigo, Movistar y Claro, se convierte en un obstáculo para los parámetros de conectividad que necesita Barranquilla, que tiene un crecimiento vertical con torres de oficinas y apartamentos de 50 metros, en donde los servicios de internet y celular fallarán. “Si no hay antenas, las llamadas se caen y el Internet se hace lento”, sostiene Gutiérrez.
Según Asomovil, la ciudad tiene una cobertura de tecnología 3G del 95 por ciento y si comienzan a quitar las antenas como lo pide POT se bajaría a un 80 por ciento. Y se requieren más antenas para ampliar la cobertura de 4G, que es del 54 por ciento.
En Bogotá, esa restricción no existe y en casi todos los edificios, para garantizar la señal de las comunicaciones, hay antenas, lo mismo que en ciudades como Medellín y Bucaramanga.
Sobre el tema de que las antenas son nocivas para la salud, explicó que no hay ningún sustento científico, como lo confirma Organización Mundial de la Salud.
“Hay parámetros para que no haya riesgo para la comunidad que los impone la Agencia Nacional del Espectro. Barranquilla está dentro de los usos mínimos del uso del espectro”, aseguró. El Distrito analiza la forma de ordenar la proliferación de las antenas. Está claro que no las pueden quitar porque se afecta la competitividad.
LEONARDO HERRERA DELGHAMS
Redactor de EL TIEMPO